Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
Início Cadastre-se! Procurar Área de autores Contato Apresentação(4) Normas de Publicação(1) Dicas e Curiosidades(7) Reflexão(3) Para Sensibilizar(1) Dinâmicas e Recursos Pedagógicos(6) Dúvidas(4) Entrevistas(4) Saber do Fazer(1) Culinária(1) Arte e Ambiente(1) Divulgação de Eventos(4) O que fazer para melhorar o meio ambiente(3) Sugestões bibliográficas(1) Educação(1) Você sabia que...(2) Reportagem(3) Educação e temas emergentes(1) Ações e projetos inspiradores(25) O Eco das Vozes(1) Do Linear ao Complexo(1) A Natureza Inspira(1) Notícias(21)   |  Números  
Educação
10/03/2009 (Nº 27) Pesquisas Cotidianas...en busca de inspiración
Link permanente: http://www.revistaea.org/artigo.php?idartigo=688 
  

 

 

 

 

 

Semillas para la Vida

 

Una propuesta educativa, una elección de vida

Educar desde la Esencia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es apasionante, interesante y hasta emociona ir descubriendo cosas de la vida por nuestra propia cuenta!! Aunque generalmente hemos sido educados con una tendencia a depender de lo externo, es un gran desafío asumirnos como investigadores de la vida y confiar en nuestro instinto, en nuestra intuición, en nuestro sentido común.

 

A veces me pregunto de dónde viene el conocimiento, quién lo declara válido e indiscutible; quién tiene la verdad en sus manos… Acaso existe una única verdad o depende de nuestra experiencia de vida, de nuestro momento y de las circunstancias que nos rodean?

 

Muchas veces me he quedado silenciosa frente al mar, por ejemplo, observando el ir y venir de las olas, el cielo, el horizonte, las gaviotas volando, pescando o simplemente, descansando al sol al caer la tarde.

 

 


 

El viento que empuja las olas de maneras diferentes en un momento cualquiera, cambia de dirección y las olas, también lo hacen. Las nubes se transforma constantemente, las aves marcan surcos diferentes en el espacio siguiendo las corrientes del aire; el sol va mudando su ángulo de luz y las sombras se alargan, se acortan y también desaparecen. El movimiento es constante, a veces nos damos cuenta y otras, pasa desapercibido.

 

Todo está vinculado; todo forma parte de una trama única y maravillosa. Por eso, al captar el aroma del aire podremos darnos cuenta que se enriquece con todos los aromas; al observar el color del mar podremos ver que cambia influido por los reflejos  del cielo, de su fondo…de la luz… Que cuando el viento sopla fuertes ráfagas o se avecina una tormenta, las aves se resguardan, se protegen a sí mismas; no se agotan en vuelo ni arriesgan su vida inútilmente!!!

 

La vida está presente en cada hilo de ese gran tejido y la percepción la trae a nuestra conciencia.

 

Si entrecerramos los ojos, captamos luz y colores de ciertas formas; si los abrimos al máximo nuestra percepción cambia. ¿Qué vemos y cómo vemos cuándo lo hacemos?

 

 

 

¿Qué nos ocurre a nivel de nuestra sensibilidad?

¿Emociones? ¿Sentimientos?

¿Qué sucede en nuestra mente? ¿Qué preguntas aparecen espontáneamente? ¿Qué nos respondemos?

 

¿Cuál será el límite de nuestra capacidad sensorial

para acercar a nuestra conciencia lo más sutil de la vida?

 

Viajemos con nuestra memoria

 

Recordemos diferentes espacios  y sensaciones propias de cada circunstancia, como si proyectáramos una película de nuestras experiencias pasadas y fuéramos espectadores atentos  de cada detalle.

 

Descubriremos que es maravillosa nuestra capacidad para captar estímulos externos; que es mágico poder traer al presente aromas, formas, colores, sonidos y sensaciones de ayer, ancladas en nuestra intimidad.

 

Descubriremos que preguntándonos, dudando, experimentando y deduciendo, podemos transformarnos en científicos espontáneos hasta llegar al conocimiento práctico acerca de la vida y su constante movimiento, y completar pequeños aprendizajes pendientes.

 

 

¿Qué podemos aprender de la vida desde la experiencia?

 

 

Los procesos de la vida siguen un ritmo inequívoco de acuerdo con leyes universales inmutables; todo tiene un orden, una organización dentro de la cual se produce una sintonía profunda entre sus partes en procura del equilibrio vital. Existe una perfección natural para cada circunstancia y para cada forma de vida.

 

Todo lo que existe tiene un sentido finito e infinito a la vez; por eso, de algún modo, el conocimiento científico/práctico puede acercarnos a la espiritualidad.

 

Cada mínima parte de nuestro universo conocido –y del que aún no conocemos, también- es parte de un todo mayor en el cual se produce una sinergia de identidades individuales que dan lugar al nacimiento de  una nueva identidad compartida.

 

En esa totalidad conviven partes similares y también muy diferentes, pero todas con una razón para su existencia, ocupando su lugar y cumpliendo su propia función.

 

 

Demos lugar a la observación directa

para encontrar ejemplos que vayan aclarando nuestra mente

 

Elijamos un lugar en el cual poder quedarnos silenciosos como observadores curiosos y profundos.

 

Recorramos minuciosamente con cada uno de nuestros sentidos todo lo que nos rodea hasta poder captar el alma de cada cosa, de cada ser, de cada mínima partícula de nuestro entorno.

 

Comencemos a preguntarnos; dejemos que las preguntas aparezcan espontáneamente en nuestra cabeza; que nuestra intuición pregunte y nuestra mente lineal intervenga lo menos posible en el inicio;  dejémosla para después, para que ordene los datos que vayan acumulando nuestra observación y percepción.

 

Confiemos en nuestro ser interno como guía de nuestra pesquisa. Todos tenemos un conocimiento a priori que proviene de nuestra memoria celular como seres infinitos y eternos, más allá de nuestras  concepciones físicas de este mundo tridimensional. Sólo tenemos que aprender a usar ese conocimiento y confiar en lo que él nos trae a la conciencia.

 

¿Qué sentimos –por ejemplo- cuando vemos a una abeja entrar en una flor, como si fuese a desaparecer dentro de ella? ¿Qué nos decimos cuando la vemos salir con sus diminutas patas llenas de polen? ¿Nos detuvimos realmente alguna vez a observarla? ¿Pudimos ver a simple vista, en alguna ocasión, cómo se alarga su “trompa” si le acercamos una gota de miel?

 

Seguramente si lo hemos hecho, en nuestra cabeza habrá comenzado una lluvia de preguntas sobre algunas incógnitas; habremos sentido, quizás, nos habremos emocionado o conmovido… e incluso, encontrado respuestas.

 

En circunstancias de este tipo, se produce una misteriosa comunión de la cual muchas veces no tomamos conciencia. Bien podríamos aprovechar  entonces la posibilidad que ellas nos brindan, para conocer un poco más acerca de las interacciones en la naturaleza entre los múltiples elementos con los cuales convivimos y compartimos nuestro espacio cotidiano de vida.

 

Nuestra mente es muy activa, mucho más de lo que nos damos cuenta diariamente. Estamos bastante acostumbrados a estar pendientes de lo externo y perdemos contacto frecuentemente con nuestro interior, que nos conecta con horizontes más amplios de los que nuestra mirada física puede captar.

 

¿Cuántas veces por día nos preguntamos acerca de la información intuitiva que recibimos? ¿Tomamos contacto auténtico con ella o la pasamos por alto, desconfiando de su veracidad?

 

¿Qué tal si desde ahora nos proponemos  otro desafío?

 

Hagamos del conocimiento intuitivo una práctica consciente cotidiana. Busquemos una forma lúdica para nuestra rutina de pesquisas, descubriendo en ella un camino de aprendizaje, conocimiento y sabiduría.

 

Esther Mónica Shocron Benmuyal

semillasparalavida@yahoo.com.ar

 

 

 

 

 

 

Ilustrações: Silvana Santos