La Luz de las Transformaciones

Estamos transitando un año en el cual las transformaciones se suceden con un ritmo ágil y continuo; un año de “misión: aprendizajes”, con grandes y profundos movimientos personales y planetarios; un año, que insistentemente, nos viene invitando a la mirada interna, al silencio y simultáneamente, a la acción.

La vida nos va mostrando señales todo el tiempo; cada paso que damos, cada pausa que hacemos son propicios para tomar conciencia de sus mensajes vitales y tenerlos en cuenta en nuestro momento planetario.

En este instante, estoy sintiendo el impulso del corazón de compartir mis experiencias de transformaciones personales, que al evocarlas, siguen brindándome inspiración para un camino, que decidí transitarlo a la luz de la vida.

Me preguntaba para qué compartir sentimientos, vivencias, reflexiones y pensamientos… y me respondí que, quizás, puedas encontrar en ellos inspiración para tu propia ruta.

La vivencia inesperada de una “guerra” puede cambiar la visión de la vida…

Más allá de la vivencia directa de una guerra en sí misma, o de la tensión permanente que invade el aire, cuando hay grupos que entran en conflicto y se reclaman mutuamente, tal vez, sea la percepción de aquello que las inspira o alimenta, la que despierta reflexiones íntimas, que se vinculan con sentimientos profundos y que, analógicamente, nos conectan con una visión de la vida que comienza a volverse sin sentido, para dar lugar a una mirada renovada.

Pero “Guerras” también son aquellas luchas cotidianas, personales o grupales, protestas, enfrentamientos y reclamos; aquellas discusiones interminables en búsqueda de tener la razón y, también, aquellas manipulaciones de poder…

Cuando hacemos una pausa y nos paramos frente a cualquiera de estas circunstancias, en silencio, como observadores conscientes, con la sensibilidad a flor de piel, el corazón abierto y la mente despejada… nos damos cuenta que todas estas situaciones esencialmente, son movilizadas por los miedos, el temor a las perdidas, la desvalorización personal, la debilidad de la Fe, la desconfianza en los procesos de la vida.

En esos momentos de “guerras o luchas”, el estado de alerta se vuelve cotidiano y necesario; nuestro cuerpo se transforma en un sensor activo del flujo de las energías y sentimos el impulso de observar, escuchar, percibir, de estar en el presente todo el tiempo, con nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente sincronizados para la acción.

Entonces, nuestra percepción acerca de lo importante en la vida, comienza a cambiar; los modelos que estaban en nuestra mente nos parecen estructuras viejas que, alejándose de nuestra realidad actual, empiezan a desmoronarse.

Hace casi un mes, me encontré transitando por una experiencia inesperada, a la que podría llamar “la voz de los misiles”. Tal vez esta imagen suene exagerada, pero ilustra las circunstancias de esos días.

Lejos de despertar temor, generó en mí una secuencia de “silencios y reflexiones”, y aunque la “situación especial” sólo se focalizó en algunas semanas, bastó para que de pronto, sin saber precisamente en qué momento y cómo, mi visión acerca de la vida mudara, casi en un abrir y cerrar de ojos, desplegando un abanico de transformaciones personales que aún siguen acompañándome en estos días.

(Quiero aclarar, que toda esta movilización interna que estoy compartiendo, va más allá de la relación directa con la envergadura de los hechos concretos, vivenciados en el mes de noviembre durante mi permanencia en Israel.)

…Y en el silencio de mi búsqueda interna para comprender los hechos, siento la certeza que es en él, donde encuentro las respuestas-guía para recorrer cada tramo de mi camino.

Después de los “latidos de guerra”…

Puedo decir que cada ser humano aparece en el corazón simplemente como un ser humano y que las diferencias existentes son detalles de identidad que diseña nuestra mente.

Después de aquellos “sonidos de guerra” que conmovieron mi alma, cada pequeña partícula del medio natural, ocupó claramente un lugar afectivo en mi universo interno; los objetos, fortalecidos por la industria del consumismo, se alejaron de esa vieja perspectiva de posesión que todos conocemos, resignificando el sentido de transitoriedad con relación a los bienes de uso.

Mi visión de la convivencia también cambió y se transformaron las prioridades

Re-valoricé el silencio, la calma, la mirada interna, la conexión profunda y la comunión de almas. La comunión de almas se extendió a todas las geografías, todos los suelos y paisajes, a todos los elementos de la naturaleza, definiéndose esencial para la convivencia.

Percibí cómo, misteriosamente, se transforman los vínculos con la vida ante la paradoja de la muerte y se fortalecen el amor incondicional, la autovaloración y la capacidad de enfrentar nuestros miedos, dándonos la oportunidad de transmutarlos en amor.

Todos los canales de comunicación con lo Infinito, con el Espíritu, con las altas esferas de la Conciencia, se abren y la comunicación fluye; la intuición se activa y también, la percepción. La inspiración se transforma en guía de nuestras acciones del día a día; hasta las conductas mínimas son guiadas por esa conexión con “la Fuente Infinita de Vida”.

Cada ser, seguramente, es movilizado hacia el cambio por diferentes experiencias. En esta ocasión, fui tocada por la cercanía de una guerra.

Pero más allá de esta circunstancia, presiento que son las situaciones límites, las que hacen la gran movida de la conciencia, que se produce así, con un simple chasquido de los dedos, impulsando e inspirando grandes transformaciones en cuestión de segundos.

No obstante, seguramente, el proceso de cambio ya estaba iniciado y –aunque sus movimientos aún eran imperceptibles- la transformación ya estaba en marcha. Cuando de pronto surge una situación fuerte, de alguna manera inesperada, ella nos hace vibrar y nos conecta con lo profundo y justo en ese instante, nuestra Conciencia se activa y ocurre esta maravilla vital, de transformación y expansión.

Conciencia de Libertad

También cambia la visión de la “Libertad” y se aleja de aquélla, diseñada por las normas de convivencia, focalizando su espíritu en la libertad que vibra en el corazón de cada persona; esa libertad de transitar, de sentir, de pensar, de SER… que poco se asemeja, a la que “otros” dicen otorgar. Y cuando el corazón sintoniza la Fuente originaria de la vida, entonces, la auténtica libertad fluye infinitamente y nos sentimos capaces de volar hacia horizontes inimaginados.

Los apegos lesionan esta auténtica libertad

Aferrarnos a lo “bueno-viejo–conocido” nos priva de la libertad de Ser, nos ata al pasado y se convierte en lastre. En cambio, fluir, aceptar, confiar en la vida nos hace seres realmente libres, listos para adaptarnos a todas las circunstancias.

Siempre está presente esa voz infinita que nos guía

Entre palabra y palabra, reaparece la evocación de aquel misil que cayó muy cerca de la casa en la que estaba… Fue uno de tantos que viajaban por los aires, dibujando caminos en el cielo. Pero lo que quedó vibrando en mi interior es esa sucesión de hechos anteriores, todo lo que precedió a ese instante… Diría que fuimos “misteriosamente” guiadas para que esa experiencia no rozara ni nuestros cuerpos, ni nuestros sentidos… Fue una simple decisión: salir de la casa antes de la hora predeterminada, fluyendo con el cambio de planes.

Luego, fue el momento de tomar conciencia de que todo pudo cambiar en un abrir y cerrar de ojos y que la entrega, el estado de alerta, la atención plena nos ubican en el presente facilitando nuestros movimientos y nuestras pausas.

Son diferentes del miedo, que –aunque a la vista externa son estados que pueden confundirse- los miedos nublan la vista, confunden nuestras percepciones, nos vuelven sord@s a la Voz Infinita y el cuerpo, generalmente adopta movimientos torpes, se torna rígido o se paraliza.

Algunas reflexiones más…

Es fácil darnos cuenta que en estos momentos, todo lo viejo está perdiendo sentido; que esas visiones de separación, miedos, peleas, desamor se han convertido en un lastre que nos hace prisioner@s de egoísmos múltiples, impidiendo el desarrollo de nuestra espiritualidad.

La espiritualidad nos reconoce como individualidades dentro de un todo mayor, en el cual cada ser tiene su espacio, su tiempo, su rol. Entre todos vamos tejiendo una inmensa red vital, elástica, flexible, que se va transformando con las experiencias individuales y colectivas.

Las experiencias comunes, grupales e individuales nos transforman y simultáneamente, modifican nuestro entorno cercano. Así, se inicia un proceso que va expandiendo la transformación, ampliando sus alcances.

Tod@s somos parte esencial de la gran la gran matriz de la vida. Cada ser tiene su propio sentido de existencia y eso, hace al sentido global de existencia de la gran familia planetaria.

Te invito a conectarte con tu mirada interna, a entrar en ese espacio de silencio que precede a la gran expansión, para que junt@s demos este salto cuántico que nos permita evolucionar como seres humanos, planetarios y universales, siguiendo los ritmos de la evolución cósmica.

Estamos justo ahí, en el punto de inflexión en el cual podemos elegir libremente hacia dónde orientar nuestros pasos.

Es mi deseo del corazón, que el resplandor de la nueva Tierra se haga visible para todos los seres y nos rodee en un amoroso abrazo de luz, acompañándonos en este renacimiento, en el camino hacia el amanecer de un nuevo ciclo.

Esther Mónica Shocron Benmuyal

Embajadora de Paz Miembro Consejo de Paz de la República Argentina

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