Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
19/09/2003 (Nº 2) "Semillas para la Vida" Educación desde la Esencia
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“Semillas para la Vida”

Educación desde la Esencia


Aprender a Comunicarnos

“Palabras y silencios; manos que se agitan; cabezas que se inclinan; brazos cansados o derrotados; manos entrelazadas o que se posan en algún hombro, en la frente; brazos cruzados o que se alzan hacia el cielo abiertos de par en par; miradas que se quedan en otra; miradas que se escapan de otros ojos; ojos que se vuelven hacia adentro de sí mismos; cuerpos que se encuentran en un abrazo profundo en un mundo de caricias; cuerpos que se acercan o que se alejan; distancias y cercanías; cuerpos que se van hacia el fondo de sí mismos… palabras que se escriben en un diario, un libro, un panfleto… personajes que “nos muestran” desde un escenario… colores, formas, planos, volúmenes… sonidos, músicas… voces que cantan melodías inventadas o aprendidas …manos artesanas arrancando formas a la materia.

El lenguaje verbal no es único ni exclusivo ni excluyente; se apoya en el no-verbal. El lenguaje no verbal es fiel al expresar nuestros sentimientos, emociones, pensamientos; “no se equivoca” no puede mentir ni callar. Las palabras suelen “limitarnos”; aprisionan los contenidos que representan a nuestras vivencias y sentimientos; hasta pueden “quedarnos chicas” para expresar lo que queremos compartir con otras personas.” (1)


Algunas preguntas

¿Cómo nos comunicamos? ¿Qué recursos utilizamos?
¿Con quiénes nos comunicamos?
¿Qué sucede con nuestras energías cuando lo hacemos?
¿Qué relación existe entre comunicación y energía?

Algunas palabras claves

Códigos compartidos- Observar y Escuchar conscientemente -Sintonía- Comprensión-Comunicación de “Esencia a Esencia”- Lenguaje verbal y no verbal-
Dar y Recibir- Mapa, Territorio, Filtros, Sistemas Primarios de Representación-

La comunicación es un modo de vincularnos, de darnos a conocer y de conocer a otros; es interacción; nos acerca a la idea de comunión. La comunicación nos enriquece; nos permite compartir experiencias, sentimientos, pensamientos, costumbres, momentos de vida.

Para que la información –el mensaje- llegue a destino conservando su significado originario, emisor y receptor han de compartir los códigos (signos convencionales que previamente han aceptado de común acuerdo).

(1) “EducarNos” – Mónica Shocron-Laura Waisman/ Lugar editorial- Buenos Aires, nov. 2001
Esos códigos trascienden las palabras pues un alto porcentaje de la comunicación se produce en el campo no-verbal. El lenguaje silencioso de nuestro cuerpo generalmente revela mayor cantidad de datos vinculados a nuestras actitudes o sentimientos verdaderos en comparación con las palabras. En cierto modo, las palabras se vuelven limitantes para la comunicación de “esencia a esencia”.

El cuerpo se expresa de mil modos: gestos, movimientos de ojos, de cabeza, diferentes postura, expresiones del rostro, de las manos, variaciones en la coloración de la piel, acercamientos, contactos, alejamientos. A través de su lenguaje expresamos la confianza, la atracción, la agresión, la flexibilidad o la rigidez, etc.

Todos estos códigos enriquecen y completan la comunicación de las palabras; así como lo hace el arte en todas sus manifestaciones; pintura, escultura, dibujo, fotografía, música, danza, teatro, expresan las voces internas de unos y de otros.

También existen los ruidos, interferencias que tensan las relaciones, que hacen difícil y -a veces- imposible la convivencia e incluso generan violencia o indiferencia desgastando vínculos, destruyendo grupos. ¡Cuántos ejemplos sobre la incomunicación podemos encontrar en nuestro “día a día” !

Actualmente, el vértigo se ha apoderado de tal manera de la vida de la mayoría de los seres humanos que el lenguaje verbal ha sufrido sus consecuencias; se ha transformado en un conjunto de códigos imprecisos, ambiguos, que producen confusiones, distorsiones del mensaje. La interferencia que perjudica los vínculos interpersonales alcanza también a los vínculos que sostenemos con el medio ambiente y con nosotros mismos.

Cuando no comprendemos, nos volvemos incapaces de escuchar al otro o de hacernos entender por los demás; aparecen los gritos, las palabras escasas de respeto y otros tipos de manifestaciones derivadas de la incomprensión. De alguna manera esto se transforma en fuente de violencia que afecta tanto a las relaciones humanas como a las que sostenemos diariamente con el ecosistema en general.

Para tener en cuenta

“Las palabras son el contenido del mensaje; los gestos, inflexiones de la voz, posturas, movimientos del cuerpo y otros elementos del lenguaje no-verbal, constituyen el contexto dentro del cual está enmarcado el mensaje. En su totalidad darán el sentido a la comunicación.

De acuerdo con investigaciones hechas en el campo de las relaciones humanas, en una presentación ante grupos de personas el impacto mayor está determinado por el lenguaje no-verbal, por ejemplo, la postura corporal, las miradas, los gestos ( 55%); luego el tono de la voz (38%) y por último, las palabras (7%). Estos porcentajes variarán obviamente con las circunstancias pero mantienen proporciones similares.

Todo el cuerpo acompaña a nuestro lenguaje verbal y lo complementa con sus códigos silenciosos y elocuentes.” (2)


(2) “EducarNos” Mónica Shocron – Laura Waisman/Lugar Editorial-Buenos Aires noviembre 2001
Sintonizarnos para comunicarnos de esencia a esencia

Sintonía es “sonar con”, en “armonía con”. En las relaciones humanas y las que sostenemos con el medio ambiente natural y cultural movemos “nuestro dial” para sintonizarnos con los demás tal como lo hacemos con una estación FM o algún canal de televisión.

Cuando estamos sintonizados la comunicación fluye; los cuerpos se acompasan mutuamente; cada uno responde con sus movimientos, gestos, posturas y contactos visuales a los del otro; las distancias se acortan en todos los sentidos; la energía circula en libertad, nos alimenta e “inspira” constantemente durante el proceso que dura la comunicación.

Cuando se trata del medio ambiente experimentamos estados de integración con todo lo que forma parte de él, nos sentimos en armonía, en paz; de algún modo percibimos ese diálogo de “esencia a esencia” entre el medio ambiente y nosotros. Es entonces que experimentamos la Unidad.

¿Qué hacemos al iniciar un diálogo?

Probablemente, primero observamos y escuchamos atentamente al otro y consciente o inconscientemente “acomodamos” nuestros ritmos a los ritmos del otro; llamaremos a esto “acompasar”; es decir, llevamos el compás con la mayor armonía posible, con sutileza y ajustamos esa sintonía de tanto en tanto, para mantener abierta y activa nuestra comunicación.

La sintonía es esencial para crear vínculos basados en la confianza, la credibilidad, la participación; permite establecer lazos en los cuales podemos expresarnos con libertad, ser auténticos frente a los demás y ser realmente nosotros mismos.

También podemos sintonizarnos con el medio ambiente natural y cultural y lograr con él “vínculos esenciales”. Cuando armonizamos nuestros “códigos energéticos” con los del mundo vegetal, animal, mineral; con el clima, el viento, el agua, el sol, la tierra y todo lo que se vincule con ellos, nuestra comprensión se amplía, nuestros vínculos se fortalecen, se vuelven profundos y la vida, armoniosa. Disfrutamos y protegemos al ecosistema del cual somos parte.

¿Cómo nos sintonizamos consciente y voluntariamente?

Podemos hacerlo desde la respiración; cuando respiramos al compás del otro logramos “acompasarnos” más rápidamente.

¿Qué es la respiración? ¿Cómo la llevamos a cabo? ¿Para qué respiramos? ¿Con qué nos conecta?

La respiración nos vincula con nuestro entorno; al inspirar incorporamos energía que nos circunda y al exhalar damos energía al medio; es dar y recibir; es un modo de comunicarnos, de compartir, de vincularnos.

Respirar conscientemente mirándonos a los ojos con otra persona resulta una experiencia interesante; cuanto más tiempo logremos sostenerla, algo más podremos descubrir acerca de la energía, la comunicación silenciosa y los vínculos.

Respirar juntos relacionando respiración con “energía” y “comunicación” facilita la sintonía; desaparecen las barreras puestas por el pensamiento porque creamos un vínculo desde la experiencia “energética”, desde la esencia de cada uno.

También podemos sintonizarnos desde lo corporal, sin exagerar ni hacer una burda imitación, sólo siguiendo sutilmente los movimientos o posturas de la otra persona; esto se llama reflejos cruzados. Creamos así un puente entre nosotros y el modelo del mundo de los demás y facilitamos la consonancia entre nosotros y el otro.

Podemos hacer algo semejante desde la palabra, desde el discurso; escuchando conscientemente, lograremos detectar los modelos de lenguaje utilizados por la otra persona y sintonizarnos con ella a través de la palabra.

Para que la comunicación se interrumpa basta con quebrar la sintonía.

Los sentidos y la comunicación

En el mundo físico los sentidos son nuestras vías de acceso para la información que nos llega desde el exterior y la que se vuelve consciente, desde nuestro mundo interno.

Aldous Huxley decía al respecto “ la puerta de la percepción son los sentidos y ellos son nuestros únicos puntos de contacto con el mundo”.

El mundo que percibimos es sólo un mapa, una representación del territorio –que es el mundo real- Nuestro cerebro lo elabora; cuando captamos información de ese mapa, nuestras creencias, intereses, preocupaciones, dudas, temores, emociones en general se convierten en filtros de la información que recibimos acerca del territorio.

Generalmente no somos conscientes de las alteraciones que - debido a los filtros- se producen en la información con relación a la realidad. Podemos lograr una percepción más fiel si ampliamos la sensibilidad de nuestros sentidos; si los ejercitamos a modo de una gimnasia sensorial; eso nos facilitará hacer distinciones más sutiles y acercar el mapa al territorio.

Nuestro cuerpo y nuestra mente están “comunicados” permanentemente; son una unidad y funcionan como un sistema de red. El cuerpo graba en su memoria celular todas las emociones vinculadas a la experiencia personal, al impacto que producen los hechos, las palabras, las acciones.

Muchos problemas de comunicación se inician cuando no comprendemos los códigos del otro, o cuando de alguna manera estamos utilizando sistemas representativos diferentes. De este modo, no logramos superar las barreras que nos separan; se abre una brecha y pareciera que habláramos desde “afuera de nosotros mismos”; es decir “no ponemos el cuerpo” en la relación y las palabras parecen vacías, sin vida y pueden sonarnos lejanas.

Compenetrarnos mutuamente se transforma en una de las claves para la comunicación “de esencia a esencia”; ésa que nos permite crecer, evolucionar, nutrirnos y enriquecernos con el intercambio. Compenetrarnos con el otro anula las barreras.

Nuestra mente recoge, almacena y codifica la información sensorial por medio de tres sistemas representativos primarios: visual, auditivo y kinestésico (o cinestésico).

Los empleamos constantemente, consciente o inconscientemente. Por lo general, tenemos mayor facilidad para utilizar uno de ellos aunque, de hecho, lo hacemos combinando los tres, pero uno prevalece habitualmente sobre los otros.

Cada sistema tiene un lenguaje verbal y no-verbal que lo identifica. Podemos agrupar palabras, gestos, variantes de la voz, color de la piel, respiración, postura corporal, de acuerdo con cada sistema; eso nos ayudará a identificarlos.

Si aplicamos el sentido común, las palabras vinculadas a las formas, los colores, las distancias, volúmenes, luces, sombras, son elegidas por quienes se consideran visuales; las relacionadas con la voz, los sonidos, timbre, tono, etc. corresponden a los auditivos y las referidas a las sensaciones que responden al tacto, gusto, olfato, a la fisiología, nos llevan a al mundo de la comunicación de un kinestésico.

Podemos hacer otras analogías para identificar a los distintos sistemas representativos, durante la comunicación; son útiles porque la facilitan.

Si conocemos las vías de acceso de la información y el sistema que nuestro interlocutor emplea para comunicarse, podremos acceder a los códigos que maneja con mayor habilidad y darnos a entender de un modo más certero.


El poder del lenguaje

Las palabras y sus significados que se usan inadecuadamente generan incomunicación y lesionan los vínculos.

Muchas veces oímos frases como ésta “lo que yo te quise decir…” o “pero si vos dijiste…” o “¿no te referías a…? Es obvio que la información fue insuficiente, poco clara y cada uno comprendió de acuerdo con sus propios filtros.

Para poder comunicarnos es necesario estar seguros que

*decimos lo que realmente queremos decir
*comprendemos con la mayor claridad posible lo que los demás quieren decir
*permitimos que los otros comprendan lo que ellos quieren decir
*permitimos que comprendan lo que nosotros queremos decir






El poder de las palabras

Las palabras tienen poder

Pueden comenzar o terminar una relación; ponernos de buen o mal humor; evocar imágenes, sentimientos, sensaciones, sonidos, poner una sonrisa a nuestro rostro o lágrimas a nuestros ojos, pueden arrancar algún suspiro o “ponernos los pelos de punta” (deixarnos com os cabelos de pé).

Las palabras tienen poder creador.

¿Por qué?

Toda acción es precedida por un pensamiento o idea que se expresa por medio de las palabras. Su fuerza es capaz de “mover montañas” si le damos la oportunidad.

Antes de iniciar nuestro día, pensamos qué haremos, cómo nos vestiremos, qué comeremos; antes de dar una clase o concretar algún proyecto construimos con nuestros pensamientos, secuencias o pasos a seguir, planificamos y luego lo concretamos por medio de acciones.

Las acciones materializan nuestros pensamientos; lo que concebimos primero en nuestro mundo mental, recibió el impulso previo desde nuestro sentir; sólo después se transformará en acción.

La secuencia es Sentimiento-Pensamiento-Acción.

Es importante ser cuidadosos cuando elegimos las palabras para comunicarnos. Recordemos aquel dicho “el pez por la boca muere”.

“Por medio de las palabras podemos construir o destruir; podemos elevar o arrastrar hasta las profundidades; podemos alentar o acobardar. Existen palabras que nos dan fuerzas y otras que las anulan; palabras que sanan y palabras que enferman, las que dan vida y las que la quitan.

Cada palabra o secuencia de palabras pone en marcha energías que nos alcanzan a todos: a nosotros, a los otros y a todo lo que nos rodea. Nuestras acciones están determinadas y orientadas por ellas. A veces, nuestra conciencia no lo registra pero igualmente, ocurre.

Cuando nuestras acciones son la manifestación coherente de nuestro sentir y pensar, se moviliza una fuerza creadora que no conoce obstáculos y si los hubiere, los transforma inmediatamente en recursos, para alcanzar el objetivo. En esos casos, conservamos nuestra energía y –a veces- la incrementamos.” (3)



(3) “EducarNos”- Mónica Shocron & Laura Waisman- Lugar Editorial- Buenos Aires/Noviembre 2001


El lenguaje no-verbal. El cuerpo y los sentidos

La energía generada por las palabras se potencia con el lenguaje no-verbal cuyos mensajes tienen influencia muy significativa sobre la imagen que proyectamos a los demás y las primeras impresiones que recibimos.

¿Qué aspectos no verbales del lenguaje tendremos en cuenta?

El volumen, tono, timbre y calidad de la voz; la velocidad para hablar, los acentos y entonación; las direcciones de los movimientos oculares; posturas de brazos, manos y piernas; movimientos y posiciones de la cabeza, etc.

La voz nos proporciona una información rica en variables; nos ayuda a conocer edad, sexo, estado de salud, clase social, estados de ánimo, ocupación, nivel educativo y también podremos saber acerca del modo posible de relacionarnos con esa persona.

Así, la expresión de nuestra cara revela alegría, tristeza, paz, ira, enojo, desconcierto, asombro y otras emociones.

El cuerpo es una estructura física maravillosa cuyo funcionamiento está perfectamente sincronizado por la naturaleza. Nos permite un vínculo directo con el medio ambiente y con otros seres. Pone en contacto nuestro mundo interno con el externo y tiene sus propios códigos.

Al conocer y comprender su lenguaje podremos descifrar “enigmas” que están vinculados con nuestros aprendizajes de vida. Su lenguaje complementa, ratifica y enfatiza los mensajes de las palabras.

El uso del lenguaje corporal nos permite optimizar nuestro potencial.

Existen muchas técnicas corporales; además de ser terapéuticas pueden ayudarnos a comprender el lenguaje silencioso del cuerpo, a comunicarnos y a rescatar la comunicación “perdida” con nosotros mismos en primer lugar, y luego, con los demás y con el medio ambiente.

Esos métodos nos orientan en la búsqueda de comprensión de los códigos no-verbales para hacerlos útiles en los procesos de crecimiento personal y eventualmente ayudar a otros a lograrlo también. Algunos ejemplos son: la expresión corporal, la danza, la eutonía, la sensopercepción, el yoga y otras técnicas corporales orientales y occidentales.

Todas ellas comparten criterios; representan un camino para encontrarse con uno mismo, con la idea del Todo, de la sinergia entre cuerpo, mente, emociones y espíritu; a través de esas técnicas tenemos la posibilidad de crecer, de mejorar nuestros niveles de comunicación y de convivencia, de transformarnos, de ampliar nuestros niveles de conciencia.

Muchas veces queremos hablar y nos faltan palabras ¿Qué hacemos entonces?

Posiblemente, recurriremos a gestos, miradas, abrazos, besos, sonrisas o golpes, patadas, empujones y expresemos de esa manera, amor, simpatía, complicidad, intimidad, protección o enojo, ira, disgusto, desacuerdo, cansancio, incomprensión.

Nuestro cuerpo se expresa y “habla” más allá de las palabras. Es preciso, directo, no miente ni se equivoca pero a veces, no lo comprendemos e interpretamos erróneamente sus mensajes.

Alguien dijo alguna vez, “el cuerpo tiene sus razones…” y así es.


¿Qué le ocurre al cuerpo frente a la presencia de pensamientos y emociones?
¿Cómo interactúan?

Conocer el lenguaje corporal, aprender ese idioma nos permite conocernos mejor, comprender nuestros comportamientos y actitudes; nos facilita la comprensión de los demás y esta comprensión nos lleva a una mejor convivencia.

En mayor o menor grado, todos tenemos libre acceso a esos códigos y depende de nuestro entrenamiento poder decodificar otros “idiomas”.

Los síntomas físicos aparecen para que llevemos nuestra atención hacia algo en particular, ya sea por medio del cambio de apariencia de alguna parte del cuerpo o de su temperatura o de alguna otra variable. El cuerpo nos envía un mensaje para que modifiquemos algo; generalmente lo hace cuando fallan otros canales de comunicación.

Otros lenguajes

En el universo existen otros lenguajes tan variados y complejos como muchos lenguajes humanos.

La naturaleza tiene muchos modos de expresión: el idioma de las plantas y árboles; el idioma de las mil y una melodías de las aves; el lenguaje de las formas caprichosas o simples de las piedras, del relieve que nos cuenta la historia de la Tierra misma y sus estados, sus circunstancias. La voz profunda de algún trueno sacudiendo el espacio que nos rodea o la luz repentina de algún relámpago cruzando el cielo también nos dan su mensaje; así como la quietud del aire detenido antes de un terremoto y más, mucho más que estos ejemplos.

El hombre de campo, el indio, los antiguos habitantes del planeta, aquéllos que viven en contacto profundo con la naturaleza conocen estos lenguajes, los “leen” (comprenden) y utilizan en sus vidas cotidianas, creando vínculos con el medio, con las fuerzas naturales, con los animales, las plantas, las piedras y con la Tierra, que es la identidad de la fuerza femenina dentro de la Creación.

En medio de esos diálogos diferentes de las palabras crecen vínculos basados en el respeto, la humildad, la libertad, la generosidad, el cuidado. Simplemente nos muestran un camino hacia la armonía y la vida en paz.

La información que nos brinda este lenguaje es rica, profunda y llena de sabiduría. Interpretarla es comprender los procesos de la vida, de nosotros mismos como parte de ella y expande nuestros niveles de conciencia.

Muchas culturas ancestrales, tantas veces consideradas alejadas de la “civilización”, manejaban hábilmente estos códigos.

Aún hoy, los grupos que conservan las tradiciones de sus antepasados mantienen viva esa herencia de “leer” la naturaleza, de “hablar” con ella; conocen sus códigos y los usan como recurso para comprender el funcionamiento del Universo y para su convivencia con el medio ambiente, tal como lo hacían sus ancestros.

Conocer, comprender e interactuar con los códigos universales enriquece al ser humano, lo hace humilde, generoso, respetuoso de todo cuanto existe; lo integra al resto de la Creación y le da una posibilidad más para alcanzar sabiduría.



“Si yo pudiese hablarte.
Si yo pudiese hablarte desde lo más hondo de mi silencio, donde no existen palabras que confundan ni sonidos que alteren.

Si yo pudiese hablarte desde un lugar más allá de las palabras y los gestos. Más allá de las imágenes y los ritos. Más allá aún del último signo.

Si yo pudiese hablarte de esencia a esencia, desde dentro, siendo tú, y tú siendo yo como una sola cosa. Sin esquinas oscuras. Sin cuevas ocultas donde moren las dudas.

Sí…Si yo pudiese hablarte a mí.”
(Cayetano Arroyo- Escritor español contemporáneo)


Mónica Shocron- e-mail: semillasparalavida@hotmail.com
Ilustrações: Silvana Santos