Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
16/09/2008 (Nº 25) Los colores de la vida
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Revista Eletrônica Educação Ambiental em Ação 24

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Semillas para la Vida

Una propuesta educativa, una elección de vida

Educar desde la Esencia

Los colores de la vida

“En el principio DIOS creó el Cielo y la Tierra. La Tierra estaba informe y vacía, y las tinieblas se cernían sobre la faz del abismo; pero el espíritu de DIOS se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo DIOS: “SEA LA LUZ”. Y hubo luz.” (Génesis 1:1)

Nosotros y los colores de la Naturaleza

¿Los colores influyen en nosotros? ¿Y en los demás seres?

¿Cómo sería la vida en un Universo monocromático y sin brillo?

La luz y la oscuridad están siempre vinculadas entre sí: en la luz está implícita la oscuridad y en la oscuridad, la luz; ambas energías son necesarias para la vida; así, las semillas germinan en la oscuridad y luego se abren a la luz experimentando procesos biofotónicos.

Sin la luz del sol no sería factible la fotosíntesis y sin fotosíntesis ¿habría oxígeno? y sin oxígeno ¿habría vida?

¡Somos –en realidad- seres solares y necesitamos la luz y el oxígeno para vivir!

¿Qué son los colores?

Los colores son formas de manifestación de la luz; son parte de nuestra vida; atraviesan nuestra piel, acarician nuestro cuerpo y nuestra alma. Desde la gestación esa luz rojizo-dorada que percibe el bebé en el útero se vuelve parte de su desarrollo biofísico y emocional.

Nuestros ojos son sensibles a toda la gama del arco iris; captan las diferentes frecuencias de la luz visibles a través de los colores. Pero existe una parte del espectro solar que se manifiesta con vibraciones más sutiles, como los rayos ultravioleta, infrarrojos, gamma, rayos X, que los ojos no capturan pero que influyen sobre nosotros y los demás seres y que son percibidos por medio de otros sensores corporales.

Un paseo de nuestra conciencia por los colores del arco iris

Cierra tus ojos, relaja tu cuerpo, respira serenamente y permite que fluya hacia tu conciencia una imagen del entorno natural, cuyos colores se expresen sólo en la gama de grises. Quítale toda luminosidad y disminuye los contrastes.

Tal vez pueda ayudarte el recuerdo de un ambiente con humo; por ejemplo, una imagen que se vincule con un incendio forestal o la quema de pastizales, que permiten visualizar un cielo nublado con imágenes que pierden su brillo y colores habituales.

¿Cuál es el primer sentimiento que surge ante tu conciencia al observar esa imagen? ¿Aparecen luego otros sentimientos? ¿Cuáles? ¿Qué tipo de sentimientos prevalecen?

¿Y emociones? ¿Puedes describirlas? Frente a esa imagen, ¿tu estado general es confortable o incómodo y molesto?

¿Aparecen en tu mente pensamientos? ¿Cuáles? ¿Qué tipo de pensamientos prevalecen?

Cambia ahora la visualización y vuélvela multicolor, brillante, muy luminosa, como si el sol estuviese a pleno irradiando su vitalidad lumínica a todo lo que toca; es decir, genera una imagen radiante.

¿Se transforman tus sentimientos, emociones y pensamientos? ¿Cómo lo describirías?

¿Se han manifestado variantes en tu sentido del humor y tus sensaciones físicas? ¿Cómo describirías esto en cada una de estas experiencias?

Ahora observa conscientemente, compara, sintetiza y destaca el o los aprendizajes que se relacionen con tus manifestaciones internas (pensamientos, emociones, sentimientos) y externas (actitudes, acciones, impulsos).

Algo más para tener en cuenta acerca de nosotros y nuestras relaciones con los colores

Los colores producen efectos precisos sobre nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras emociones, independientemente de nuestra voluntad. Podemos descubrirlos y conocer nuestros estados emocionales, orgánicos y energéticos, usándolos como recursos de diagnóstico y también para restablecer la armonía de nuestro código energético personal cuando la hayamos perdido por diversos motivos, ayudándonos a superar deficiencias o excesos de las energías vinculadas con cada uno de ellos.

En las medicinas milenarias (Egipto, China, India) así como en Europa desde la antigüedad clásica en Grecia hasta el Renacimiento, el uso de los principios terapéuticos de los colores se manifiesta a través de del uso de “remedios” pigmentados para recuperar la “salud”.

Nosotros, usando la Intuición en nuestra vida diaria, podemos vincularnos con el poder terapéutico de los colores de un modo primario, respondiendo al conocimiento preexistente y silencioso que nos proporciona nuestra calidad de seres humanos, planetarios y cósmicos.

¿Qué colores de la naturaleza te atraen espontáneamente? ¿Esto es igual todos los días? Resulta interesante iniciar un seguimiento de esta observación consciente para comenzar a tejer una trama de deducciones emanadas de la práctica directa. Recordemos que la naturaleza puede ser nuestro laboratorio cotidiano para conocer la VIDA y nosotros reconocernos, en ella.

La LUZ, siempre la luz…La Luz ilumina nuestra conciencia y la expande; nuestra espiritualidad es luminosa y sólo a través de ella podremos desplegar nuestra propia humanidad y manifestando nuestra espiritualidad, comprenderemos la comunión existente con todos los seres planetarios, de todos los reinos.

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Cuando la luz del sol atraviesa un cristal de color reproduce su vibración sobre aquellos seres que reciben sus reflejos. Los cristales de colores, combinados de un modo particular, cuando reflejan la luz a través de ellos, generan una atmósfera adecuada para la meditación y la espiritualidad como, por ejemplo, es el caso de los vitreaux de las catedrales.

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Y si miramos hacia el cielo entre los árboles cuando la luz del sol atraviesa las hojas

¿Qué sentimos?

Vinculándonos con los colores de la naturaleza

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Respiremos los colores de la naturaleza y descubramos que somos capaces de re-crear nuestros vínculos con ella

Observa una de estas imágenes a la vez; mientras lo haces inhala y exhala sus colores; observa conscientemente para percibir tus estados internos; tomar conciencia de ellos y de las posibles transformaciones que se manifiesten durante esta experiencia.

Luego que haber realizado la respiración cromática con las 5 imágenes, escribe tus conclusiones para poder compararlas luego con otras experiencias directas con la naturaleza.

Te propongo ahora a dar un paseo y elegir un lugar de tu entrono natural que te inspire para quedarte en silencio contemplándolo.

En una postura cómoda, inicia un silencioso diálogo con la naturaleza y sus colores. Elige un árbol, una planta o un sector pequeño y comienza a respirar contemplándolo serenamente, con el corazón abierto. Durante la experiencia, ¿qué pasa con ese objeto que estás observando? ¿Cambia su aspecto ante tu percepción? ¿Qué sentimientos genera esto en tu corazón? ¿Va mudando tu vínculo con él?

Continúa paseando por ese lugar; elige otros detalles del entorno para repetir la experiencia; puedes ampliar tu espacio de observación mientras continúas respirando conscientemente, registrando sensaciones, emociones, pensamientos y transformaciones que aparezcan ante tu conciencia.

Deja pasar unos días y vuelve a alguno de esos lugares, o a cada uno de ellos si lo deseas. Procura tomar conciencia del tipo de vínculo que te une con él/ o los lugares y todo lo que has observado en las otras oportunidades. ¿Haz logrado generar una relación más profunda y afectiva con esos espacios naturales elegidos para estas experiencias?

Otra sugerencia para profundizar la pesquisa:

Repite la pesquisa con nuevos espacios naturales y luego, saca tus propias conclusiones. Focaliza tu atención en descubrir tus sentimientos, emociones, pensamientos, actitudes, y acciones que surjan de ese vínculo renovado, y pregúntate si serías capaz de “herirlo” o “destruirlo” de alguna manera o qué sentirías si otra persona lo hiciera.

Aprender a ver la energía de la naturaleza para sintonizarnos con la Totalidad

Esa bruma luminosa, ese resplandor que aparece alrededor de un árbol, una hoja, una flor, un pájaro, otro ser humano, es la vibración de la vida, es energía en movimiento.

Todos podemos percibirla con los ojos o nuestro sentido del tacto; tenemos esa capacidad y podemos desarrollarla. Ver o sentir el aura de otro ser vivo es experimentar la comunión de almas; es poder decir “también soy eso” porque somos todo lo que experimentamos.

Prueba acercar las puntas de los dedos de tus manos entres sí. Relaja tu vista y observa ese espacio que se genera entre los dedos de tu mano izquierda y tu mano derecha. ¿Puedes observar una línea que aparece como un humo de color tenue? Juega con las distancias de ambas manos sin que los dedos lleguen a tocarse; y observa siempre con los ojos relajados.

Dentro de nuestra humanidad también está incluida toda la naturaleza; soy la hoja, la lluvia, la piedra, la hormiga, la abeja; el sol… y a la vez, la hoja, la lluvia, la piedra, la hormiga, la abeja, el sol son lo que YO SOY.

Existe una comunicación invisible entre todos los seres, que se realiza a través de campos morfogenéticos, que nos mantienen a todos vinculados como parte de una misma trama, donde las distancias se diluyen.

Cada ser emite permanentemente una luz que se circula por canales invisibles -como si fueran las galerías de lombrices ciegas que airean la tierra fértil- donde la dimensión del tiempo tal como la percibimos habitualmente, desaparece.

Cada ser desde su singularidad se vincula con los demás seres y va formando un mosaico infinito, pasando de la singularidad a la Totalidad, en la cual la singularidad esta reconocida y viceversa.

En nuestra esencia espiritual esto queda fuera de cualquier discusión, y es sólo la experiencia la que nos da esta posibilidad de conocer directamente en forma holística, porque sólo la intelectualidad entiende y separa.

En esa dimensión de nuestra conciencia la separatividad es inexistente.

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Descubramos la luminosidad en nuestros vínculos

con todos lo seres planetarios, para vivir día a día conscientes del mandala que juntos re-creamos a cada instante.

Lic. Esther Mónica Shocron Benmuyal

semillasparalavida@yahoo.com.ar

Ilustrações: Silvana Santos