Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
Semillas para la Vida Educar desde la Esencia Los colores
de la
vida “En el principio DIOS creó el Cielo y la Tierra. La Tierra
estaba informe y vacía, y las tinieblas se cernían sobre la faz del abismo; pero el espíritu de DIOS se movía
sobre la faz de las aguas. Y dijo DIOS: “SEA LA LUZ”. Y hubo luz.” (Génesis
1:1) Nosotros y los
colores de la Naturaleza ¿Los colores
influyen en nosotros? ¿Y en los demás seres? ¿Cómo sería la vida en un Universo
monocromático y sin brillo? La
luz y la oscuridad están siempre vinculadas entre sí: en la luz está implícita
la oscuridad y en la oscuridad, la luz; ambas energías son necesarias para la
vida; así, las semillas germinan en la oscuridad y luego se abren a la luz
experimentando procesos biofotónicos. Sin
la luz del sol no sería factible la fotosíntesis y sin fotosíntesis ¿habría
oxígeno? y sin oxígeno ¿habría vida? ¡Somos –en realidad- seres solares y necesitamos la luz y el oxígeno
para vivir! ¿Qué son los colores? Los
colores son formas de manifestación de la luz; son parte de nuestra vida;
atraviesan nuestra piel, acarician nuestro cuerpo y nuestra alma. Desde la
gestación esa luz rojizo-dorada que percibe el bebé en el útero se vuelve
parte de su desarrollo biofísico y emocional. Nuestros ojos son sensibles a toda la gama del arco iris; captan las
diferentes frecuencias de la luz visibles a través de los colores. Pero existe
una parte del espectro solar que se manifiesta con vibraciones más sutiles,
como los rayos ultravioleta, infrarrojos, gamma, rayos X, que los ojos no
capturan pero que influyen sobre nosotros y los demás seres y que son
percibidos por medio de otros sensores corporales. Un paseo de nuestra conciencia por los
colores del arco iris Cierra tus ojos, relaja tu cuerpo, respira serenamente y permite
que fluya hacia tu conciencia una imagen del entorno natural,
cuyos colores se expresen sólo en la gama de grises. Quítale toda
luminosidad y disminuye los contrastes. Tal vez pueda ayudarte el recuerdo de un ambiente con humo; por
ejemplo, una imagen que se vincule con un incendio forestal o la quema de
pastizales, que permiten visualizar un cielo nublado con imágenes que pierden su brillo y colores habituales. ¿Cuál es el primer sentimiento que surge ante tu
conciencia al observar esa imagen? ¿Aparecen luego otros sentimientos? ¿Cuáles?
¿Qué tipo de sentimientos prevalecen? ¿Y emociones? ¿Puedes describirlas? Frente a esa imagen,
¿tu estado general es confortable o incómodo y molesto? ¿Aparecen en tu mente pensamientos? ¿Cuáles? ¿Qué tipo
de pensamientos prevalecen? Cambia ahora la
visualización y vuélvela multicolor, brillante, muy luminosa, como si el sol
estuviese a pleno irradiando
su vitalidad lumínica a todo lo
que toca; es decir, genera una imagen radiante. ¿Se transforman tus sentimientos,
emociones y pensamientos? ¿Cómo lo describirías? ¿Se han manifestado variantes en tu
sentido del humor y tus sensaciones físicas? ¿Cómo describirías esto en
cada una de estas experiencias? Ahora observa conscientemente, compara, sintetiza y destaca
el o los aprendizajes que se
relacionen con tus
manifestaciones internas (pensamientos, emociones, sentimientos) y externas
(actitudes, acciones, impulsos). Algo
más para tener en cuenta acerca de nosotros y nuestras relaciones con los
colores Los
colores producen efectos precisos sobre nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras
emociones, independientemente de nuestra voluntad. Podemos descubrirlos
y conocer nuestros estados emocionales, orgánicos y energéticos, usándolos
como recursos de diagnóstico y también para restablecer la armonía de nuestro
código energético personal cuando la hayamos perdido por diversos motivos,
ayudándonos a superar deficiencias o excesos de las energías vinculadas con
cada uno de ellos. En
las medicinas milenarias (Egipto, China, India) así como en Europa desde la
antigüedad clásica en Grecia hasta el Renacimiento, el uso de los principios
terapéuticos de los colores se manifiesta a través de del uso de
“remedios” pigmentados para recuperar la “salud”. Nosotros,
usando la Intuición en nuestra vida diaria, podemos vincularnos con el poder terapéutico de los colores de un
modo primario, respondiendo al conocimiento preexistente y silencioso que nos
proporciona nuestra calidad de seres humanos, planetarios y cósmicos. ¿Qué
colores de la naturaleza te atraen espontáneamente? ¿Esto es igual todos los días?
Resulta interesante iniciar un seguimiento de esta observación consciente para
comenzar a tejer una trama de
deducciones emanadas de la práctica directa. Recordemos que la naturaleza puede
ser nuestro laboratorio cotidiano para conocer la VIDA y nosotros reconocernos,
en ella. La
LUZ, siempre la luz…La Luz ilumina nuestra conciencia y la expande;
nuestra espiritualidad es luminosa y sólo a través de ella podremos
desplegar nuestra propia humanidad y manifestando nuestra espiritualidad,
comprenderemos la comunión existente con todos los seres planetarios, de todos
los reinos. Cuando
la luz del sol atraviesa un cristal de color reproduce su vibración sobre
aquellos seres que reciben sus reflejos. Los cristales de colores, combinados de
un modo particular, cuando reflejan la luz a través de ellos, generan una atmósfera
adecuada para la meditación y la espiritualidad como, por ejemplo, es el caso
de los vitreaux de las catedrales. Y
si miramos hacia el cielo entre los árboles cuando la luz del sol atraviesa las
hojas ¿Qué
sentimos? Vinculándonos
con los colores de la naturaleza Respiremos
los colores de la naturaleza y descubramos que somos capaces de re-crear
nuestros vínculos con ella Observa una de estas imágenes a la vez; mientras lo haces
inhala y exhala sus colores; observa conscientemente para percibir tus estados
internos; tomar conciencia de ellos y de las posibles transformaciones que se
manifiesten durante esta experiencia. Luego que haber realizado la respiración cromática con las 5
imágenes, escribe tus conclusiones para poder compararlas luego con otras
experiencias directas con la naturaleza. Te propongo ahora a dar un paseo y elegir un lugar de tu
entrono natural que te inspire para quedarte en silencio contemplándolo. En una postura cómoda, inicia un silencioso diálogo con la
naturaleza y sus colores. Elige un árbol, una planta o un sector pequeño y
comienza a respirar contemplándolo serenamente, con el corazón abierto.
Durante la experiencia, ¿qué pasa con ese
objeto que estás observando? ¿Cambia su aspecto ante tu percepción? ¿Qué
sentimientos genera esto en tu corazón? ¿Va mudando tu vínculo con él? Continúa paseando por ese lugar; elige otros detalles del
entorno para repetir la experiencia; puedes ampliar tu espacio de observación
mientras continúas respirando conscientemente, registrando sensaciones,
emociones, pensamientos y transformaciones que aparezcan ante tu conciencia. Deja pasar unos días y vuelve a alguno de esos lugares,
o a cada uno de ellos si lo deseas. Procura tomar conciencia del tipo de
vínculo que te une con él/ o los lugares y todo lo que has observado en las
otras oportunidades. ¿Haz logrado generar una relación más profunda y afectiva
con esos espacios naturales elegidos para estas experiencias? Otra sugerencia para profundizar la
pesquisa: Repite la pesquisa con nuevos espacios naturales y luego, saca
tus propias conclusiones. Focaliza tu atención en descubrir tus sentimientos,
emociones, pensamientos, actitudes, y acciones que surjan de ese vínculo
renovado, y pregúntate si serías capaz de “herirlo” o “destruirlo” de
alguna manera o qué sentirías si otra persona lo hiciera. Aprender a ver la energía
de la naturaleza para sintonizarnos con la Totalidad Esa bruma luminosa, ese resplandor que
aparece alrededor de un árbol, una hoja, una flor, un pájaro, otro ser humano,
es la vibración de la vida, es energía en movimiento. Todos podemos percibirla con los ojos o
nuestro sentido del tacto; tenemos esa capacidad y podemos desarrollarla. Ver o
sentir el aura de otro ser vivo es experimentar la comunión de almas;
es poder decir “también soy eso” porque somos
todo lo que experimentamos. Prueba acercar
las puntas de los dedos de tus manos entres sí. Relaja tu vista y observa ese
espacio que se genera entre los dedos de tu mano izquierda y tu mano derecha. ¿Puedes
observar una línea que aparece como un humo de color tenue? Juega con las
distancias de ambas manos sin que los dedos lleguen a tocarse; y observa siempre
con los ojos relajados. Dentro de nuestra humanidad también
está incluida toda la naturaleza; soy la hoja, la lluvia, la piedra, la
hormiga, la abeja; el sol… y a la vez, la hoja, la lluvia, la piedra, la
hormiga, la abeja, el sol son lo que YO SOY. Existe una comunicación invisible
entre todos los seres, que se realiza a través de campos morfogenéticos, que
nos mantienen a todos vinculados como parte de una misma trama, donde las
distancias se diluyen. Cada ser emite permanentemente una luz
que se circula por canales invisibles -como si fueran las galerías de lombrices
ciegas que airean la tierra fértil- donde la dimensión del tiempo tal como la
percibimos habitualmente, desaparece. Cada ser desde su singularidad se
vincula con los demás seres y va formando un mosaico infinito, pasando de la
singularidad a la Totalidad, en la cual la singularidad esta reconocida y
viceversa. En nuestra esencia espiritual esto
queda fuera de cualquier discusión, y es sólo la experiencia la que nos da
esta posibilidad de conocer directamente en forma holística, porque sólo la
intelectualidad entiende y separa. En esa dimensión de nuestra conciencia
la separatividad es inexistente. Descubramos
la luminosidad en nuestros vínculos con
todos lo seres planetarios, para vivir día a día conscientes del mandala que
juntos re-creamos a cada instante. Lic. Esther Mónica Shocron Benmuyal |