Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
23/05/2006 (Nº 17) La impecabilidad de nuestras acciones
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Semillas para la Vida

Una propuesta educativa, una elección de Vida

Educar desde la Esencia

 

“La impecabilidad de nuestras acciones”

 
Cuando conocemos la verdad ya somos responsables de ella

 

 

Observando la naturaleza podemos

Aprender- comprender- cambiar- ser coherentes-

cuidarnos y cuidar- respetar la diversidad-

y volvernos más sabios cada día.

 

 

¿Qué es la impecabilidad de nuestras acciones?

 

Cuando ya hemos adquirido conocimiento, cuando podemos diferenciar entre  acciones constructivas y destructivas, cuando somos capaces de sostener acciones conscientes y nos volvemos un poco más sabios, cuando conocemos la verdad, ya somos responsables por lo que hacemos y sostener nuestra coherencia entre lo que pensamos, decimos y sentimos nos conduce a la impecabilidad de nuestras acciones.

 

Somos responsables de esta impecabilidad incluso en nuestros pensamientos más íntimos, en nuestros diálogos internos; es nuestra Conciencia la que nos está observando y ella es suficiente para sostener esa actitud como modo de vida.

 

La impecabilidad se manifiesta en acciones conscientes, respetuosas, amorosas y honestas aún, cuando ninguna otra persona esté observándonos; aún en nuestros espacios de silencio. Lesionamos la impecabilidad cuando, conociendo las consecuencias dañinas de nuestras acciones, igualmente las llevamos a cabo.

 

La impecabilidad nace en nuestro corazón y se transforma en una guía para nuestra evolución como seres humanos espirituales y para alcanzar la paz cotidiana y sustentable.

 

Para ejercitar nuestra impecabilidad de todos los días, nos alcanza la observación de nuestras acciones simples, tales como el uso del agua, la energía en cualquiera de sus formas, el tratamiento de los residuos orgánicos e inorgánicos; la ecología de las relaciones interpersonales (por ejemplo, el tema de movernos con la verdad en la mano en la convivencia cotidiana y profesional),

 

Algunas claves para tener en cuenta

conciencia del aquí y ahora

uso de  la  analogía para comprender

ir más allá de los sentidos externos

buscar nuestra triple identidad

ser uno en la diversidad

observar la simpleza de la complejidad

recuperar en nosotros los ritmos del Universo

sintonizarnos para cambiar de hábitos

  

Juguemos un poco

 

 

 

Elijamos una semana completa para dedicarnos a la observación consciente de nuestras acciones cotidianas. Creemos un ritual, una rutina para observarnos sin ser jueces; apelemos a nuestra conciencia testigo.

 

¿Qué observaremos?

Nuestras acciones del día relacionadas con el modo personal de vincularnos con el medio ambiente y con otros seres humanos.

¿Qué observaremos en esas acciones?

Cuáles son las que se alejan de la impecabilidad para hacer luego un registro escrito y tenerlo a  mano.

 

Al finalizar la semana tendremos datos suficientes para  hacer el diagnóstico de nuestra impecabilidad e ir perfeccionándola a través de la observación consciente o de nuestra conciencia testigo.

 

Podemos ampliar la  experiencia recreando este pequeño juego con otras variables y aplicarlo en el aprendizaje de la impecabilidad de nuestras acciones en general para cambiar las actitudes que perjudiquen la convivencia, la vida en nuestro planeta o aquéllas que impidan nuestra evolución como seres con identidad individual e identidad compartida.

 

También produciríamos un efecto expansivo de la impecabilidad y ella sería captada por la conciencia de otras personas, traduciéndose en acciones personales y grupales, coherentes y respetuosas de nuestra triple identidad, como seres humanos, terrestres y cósmicos.

 

Las prácticas de observación consciente nos ayudan a vivir en el aquí y ahora, a centrarnos y sostener nuestro eje energético. Desde ese centro, estamos conectados directamente con los sentimientos profundos, con nuestra esencia y desde allí, al relacionamos con otras personas, con el medio ambiente y con  los objetos culturales logramos vivir en comunión con todo y todos, conservando nuestra identidad y respetando otras identidades.

 

 

¿Qué es la triple identidad? ¿Cómo despertamos la conciencia de nuestra triple identidad?

 

 

Como seres humanos compartimos caracteres bio-psico-físicos; pero como especie humana, más allá de este aspecto, compartimos también una identidad planetaria o terrestre con todos los seres de este planeta y una identidad aún más amplia, que nos hermana como seres cósmicos con todo el Universo.

 

Observando cada uno de estos aspectos comprenderemos la totalidad de nuestra identidad y nos expresaremos en la vida de acuerdo con ella. Cada uno de ellos tiene sus propios ingredientes que enriquecen la triple identidad. Ser conscientes de ella también nos ayudará a ser impecables en nuestras acciones. ¿Cómo? comprendiendo nuestra propia naturaleza en esta triple visión como unidad.

 

Conocer nuestra identidad humana es situarnos dentro del Universo y a la vez, separado de él; es decir, con conciencia de nuestro doble arraigo en el universo físico y en la esfera viviente y simultáneamente nuestro desarraigo propiamente humano, de vernos fuera de la naturaleza y del cosmos. Éstas son características de nuestra condición de humanidad.

 

Nuestra condición cósmica nos induce a pensar que las partículas que constituyen nuestro organismo aparecieron en los primeros instantes de nuestro Universo, hace miles de millones de años; poco a poco se fueron organizado, seguramente pasando del desorden al orden y generando nuevas formas vivientes.

 

Nuestra condición física fue el resultado de la organización de la sustancia física de nuestro planeta de modo termodinámico, a través del agua, la electricidad y la influencia energética y fotónica del sol. Nuestra vida es solar porque las partículas que nos constituyen se fueron transformando por la interacción con el sol, teniendo en cuenta que la Tierra es apenas una partícula pequeña desprendida de él, alrededor del cual gira junto a otros planetas, de los que se presumen orígenes similares.

 

Nuestra identidad terrestre nos presenta como seres vivos, dependientes vitalmente de la biosfera de nuestro planeta en nuestros aspectos biológico y físico, así como la Tierra se auto-produjo y auto-organizó dependiendo del sol, constituyéndose como organismo biofísico en el momento en que se desarrolló su biosfera.

 

Nuestra identidad humana surge de la integración de nuestra animalidad y humanidad. La antropología nos muestra la evolución de la especia humana a lo largo de millones de años hasta su forma actual, pasando por etapas de perfeccionamiento de la especie en el que se integran el principio biofísico y el psico-socio-cultural.

 

Somos producto del cosmos, la naturaleza y la vida pero nuestra conciencia, nuestra cultura, nuestra mente y las características mismas de humanidad nos hacen a la vez extraños al cosmos. Por una parte, la consideración del universo a través de la razón y la ciencia nos separa de él, pero nuestra condición espiritual nos vuelve uno con él.

 

En nuestra esencia llevamos a toda la humanidad, a toda la vida y también, al cosmos casi en su totalidad, con sus misterios y sus milagros, que anidan en las profundidades de la naturaleza humana, compleja y simple a la vez.

 

 

 

Usando la analogía para comprender

 

 

 

 

 

¿En qué nos parecemos a otros seres de esta biosfera compartida? ¿Pueden ellos guiarnos en el camino hacia la impecabilidad de nuestras acciones?

 

 

 

 

 

 

 

Juguemos un poco más para encontrar respuestas:

 

Cómo lo hace...?

 

  

Diagramemos una guía con diferentes personajes del mundo animal y observemos sus hábitos con relación a la naturaleza, sus congéneres y otros seres.

¿Cómo se vinculan con los alimentos, con el agua, con otros seres de la misma especie y de otras especies?

 

Observemos sus actitudes en diferentes circunstancias: ¿En qué nos parecemos a ellos? ¿Qué actitudes compartimos con ellos? ¿En qué nos diferenciamos?

¿Qué podemos aprender de sus comportamientos para expandir nuestra impecabilidad?

 

Recreemos esta experiencia con otros elementos del medio ambiente.

 

El agua –por ejemplo- Observemos sus cualidades; su capacidad de adaptación, la posibilidad de transformación sin alterar su esencia (paso del estado líquido al sólido o gaseoso), el agua de un río que siempre llega a destino; aún cuando aparezcan obstáculos busca el modo de continuar su recorrido. O el fuego, el viento, la piedra en el río, la tierra para la siembra...

 

 

 

 

 

 

 

Dejemos que nuestra creatividad haga su parte. Cosechemos información de aquellos rincones insospechados y sigamos jugando con la analogía. Entrenemos así nuestra impecabilidad y seguramente, descubriremos la Conciencia sin fronteras y encontraremos la simpleza en la complejidad..

 

 . 

 

Mónica Shocron

 

semillasparalavida@yahoo.com.ar

semillasparalavida@hotmail.com

 

  

 

Ilustrações: Silvana Santos