Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
14/03/2006 (Nº 15)  “La sensibilización: un camino hacia la integración”
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 Semillas para la vida

Una propuesta educativa, una elección de vida

Educar desde la Esencia

 “La sensibilización: un camino hacia la integración”

 

“Para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia.”

Octavio Paz

 

Para reconocernos necesitamos tener referentes, observarnos desde afuera. Los demás son espejos, nos reflejan y podemos reconocernos en ellos, darnos cuenta de nuestras actitudes; podemos descubrir nuestras “sombras” que permanecen ocultas a la conciencia pero que permanentemente producen efectos en nuestras vidas.

 

Nuestras reacciones frente a las actitudes de otros seres simplemente son evocaciones de esas sombras de las que todavía no nos hemos podido desprender o a las que no hemos logrado individualizar y aceptar.

 

Decía Albert Einstein: “Un ser humano es una parte de la totalidad que llamamos “Universo”, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. El se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sus sentimientos, como algo separado del resto; una forma de ilusión óptica de la conciencia… Nuestra tarea debe ser liberarnos de esa prisión, extendiendo nuestro círculo de compasión hasta abrazar la totalidad de las criaturas vivientes y la totalidad de la naturaleza en la plenitud de su belleza”

 

Sabias palabras; siempre recuerdo que Einstein decía que cuanto más se acercaba al átomo más cerca del Espíritu se sentía y realmente percibo que es así, es aproximarse a la esencia de todo lo que existe en este universo manifiesto. Aunque nos veamos separado del resto de la Creación como seres humanos tenemos una triple identidad: somos seres biofísicos, terrestres y cósmicos y esto, en lugar de separarnos, nos une tanto a la Tierra y como al Cosmos.

 

 

Nuestra relación con la diversidad y la integración

 

En la diversidad aprendemos a encontrarnos, a reconocernos como individuos y como parte de una comunidad, de un ecosistema; aprendemos a descubrir nuestra huella digital, nuestro acorde personal; a crear paz en nuestros corazones cuando logramos aceptarnos mutuamente con integridad.

 

Tal vez sean muchas las preguntas que nos inspiran nuestra relación con la diversidad; buscamos comprenderla, saber cómo transitarla y la vivencia es muy poderosa para este aprendizaje, mucho más que mil palabras.

 

En un rincón del corazón siento que somos guardianes del Planeta y de toda la biosfera; es un sentimiento poderoso y profundo que se escapa del pensamiento lineal y lógico.

 

Cuando un paisaje cambia repentinamente tras alguna explosión que abre las entrañas mismas de la Tierra, una fuerza involuntaria se apodera de mí y me duelen sus heridas en el cuerpo, en el alma y en el corazón; algo se desagarra en mí hasta las lágrimas como si yo fuera la Tierra; entonces, comienzo a comprender que soy parte de ella y de todo lo demás; que lo que la afecta me afecta a mí también.

 

Si tan sólo abriéramos nuestro corazón para reconocernos en cada partícula mineral, vegetal y animal; si tan sólo pudiéramos sentir en cuerpo y alma esa integridad, comprenderíamos el sentido trascendente de la diversidad.

 

Podemos apelar a la mirada interna que nos brinda un conocimiento silencioso que va más allá de las fronteras de la mente finita tanto como a la intuición y al instinto.

 

Somos capaces de escuchar el latido del Universo; de percibir los movimientos que se sincronizan y los sonidos que se sintonizan; podemos ver la trama que se teje al dar y recibir y podemos descubrir que nuestros ritmos acompasan el ritmo de todo el Universo.

 

Hagamos una experiencia que nos ayudará a elevar nuestra vibración, ampliar los horizontes de nuestra conciencia y a sintonizarnos con la integridad y la diversidad simultáneamente.

 

Sensibilizándonos al respirar

 

Primero, preparo el lugar con algún aroma agradable, una música que haga vibrar mi alma serenamente. Busco una postura cómoda antes de comenzar, cierro los ojos y me relajo, hasta sentir que el cuerpo puede quedarse inmóvil por un espacio de tiempo prolongado. Sólo cuando percibo que estoy lista, comienzo.

 

Hago una inhalación profunda y dejo que toda la energía de la Madre Tierra encarne en mi cuerpo. Una y otra vez inhalo y exhalo sintiendo que su energía impregna cada una de mis células. Con cada respiración mi cuerpo se fortalece y el silencio de mi mente afianza mi comunión con ella. A medida que sostengo mi atención en este intercambio de energías, despierta mi conciencia hacia mi humanidad y mi identidad terrestre. Siento que me crecen raíces que llegan hasta el corazón mismo del Planeta y me alimentan con su vitalidad. Toda su fuerza emerge hacia mí nutriendo mi parte terrena hasta su rincón más oculto. Toda mi atención permanece en el cuerpo físico que alberga mi alma; tengo plena conciencia de su dimensión, de su sensibilidad, su fisiología y su descanso.

La respiración sigue siendo el motor de mi experiencia en este momento. He rescatado a través de ella mi vínculo con la Tierra; he reconocido su energía en mi cuerpo.

Ahora, necesito elevarme hacia lo intangible. Sigo respirando rítmica y profundamente; apenas percibo el sonido del aire al inhalar y al exhalar; su movimiento es ondulante. Siento placer y me expando. Mi mente está quieta, mis pensamientos, silenciosos. Aparece en mi rostro la silueta feliz de una gran sonrisa. Me siento en paz.

Imagino un cielo iluminado por el sol. Imagino –luego- un cielo con ese azul casi negro de la noche  punteado por estrellas, lleno de luz de luna llena, blanquecina y radiante. Respiro su belleza y la dejo entrar en mí amorosamente para que me recorra en toda mi dimensión y mi cabeza se abra para recibir la Luz de la Creación.

Inhalo y todo el Universo se plasma en mi cuerpo de luz; su esencia primal colma todos los espacios de mi conciencia. Soy el Universo y soy cada partícula diminuta que forma parte de él. He crecido, ya no tengo forma ni contorno porque estoy unida a todo; la separación ha desaparecido; sólo existen la comunión y el estado de Gracia.

Me siento íntegra, radiante, alegre y feliz. Permanezco gozando esa plenitud silenciosa y sonora a la vez hasta que la energía me avisa que es tiempo de volver la atención a la inhalación.

 

Y me pregunto: ¿Soy yo quien respira o es el Universo que lo hace a través mío?

Y me respondo: Estoy fusionada con la Unidad: Soy cuerpo, soy mente, soy alma, soy espíritu.

 

Hago una inhalación profunda y recupero mi conciencia del aquí y ahora; comienzo a mover mi cuerpo suavemente incorporando paso a paso mis sentidos externos para vincularme con el mundo que me rodea (1)

 

Las visualizaciones, la respiración consciente, las prácticas expansivas del uso de los sentidos profundizan nuestra comunicación con todo nuestro entorno; facilitan la comunión que nos posibilita vínculos de esencia a esencia.

 

Hacer estas prácticas todos los días ocupa apenas algunos minutos de nuestro tiempo pero ennoblece nuestra convivencia en la diversidad al comprender nuestra pequeñez y nuestra inmensidad.

  

“…No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, Y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran, ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende  (Eduardo Galeano)

  

Mónica Shocron

semillasparalavida@yahoo.com.ar

semillasparalavida@hotmail.com

  

Nota: la experiencia expresada en primera persona permite a quien la lee escuchar su propia voz sin generar dependencia de otros y facilita la vivencia.
Ilustrações: Silvana Santos