Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
04/09/2014 (Nº 49) “SOMOS PARTE DEL CÍRCULO DE LA NATURALEZA…”
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“Somos parte del círculo de la naturaleza…”

“Árbol de la Vida solar-lunar” (mandala) (EMSB)

“Circular”  (Cançao) ~ Luiz Guima e Camila Costa~

É circular a imensidão, é circular
É circular a palma da mão, é circular
A solidão, o silêncio, a partida,
O sim e o não, o cordão grão da vida
E a missão de chegada e saída, é circular
É circular a folha no vento, é circular
É circular o tamanho do tempo, é circular
O novo, a mãe, coração som da vida
E o girassol, a leitura do disco
E a visão da maior das estrelas, é circular.
A semente da terra é, serpentina e chaminé
A aldeia da gente, Pajé, Presidente, é circular
Brincadeira de roda é, a tendência da moda é
Adormece e acorda o mundo dá volta, é circular.
Circular pelas rodas de samba
Assim como faziam os nossos pais
E ter cada vez mais a certeza
da canção que ouvi há tempos atrás.
A saia da Baiana é, o pandeiro e o cafuné
A sequência da lua que muda a figura, é circular
A dor de cotovelo é, a palmilha que encaixa o pé
Sendo fraco ou forte a vida e a morte, é circular.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


La circularidad infinita de la vida nos incluye…

La vida es el movimiento perpetuo; pulsa constantemente generando ciclos que se suceden una y otra vez… Todo muda, todo cambia, todo se transforma.

Nosotr@s somos parte de este círculo infinito y vital, en constante transformación y todo lo que existe, al alcance de nuestros sentidos, es un recurso útil para nuestra expansión personal.

 

Alguna vez te quedaste contemplando el cielo, en una noche estrellada a la luz de la luna? Alguna vez observaste cómo la luna va mudando sus formas? También, nosotr@s y todos los seres vivos…

 

Abrazada por los sonidos del silencio, levanté mis ojos hacia el cielo, y me dejé ir… Me fui hacia esa inmensidad azul-profundo, casi negra pero tan llena de luz de luna y tan vestida con luz de estrellas… Aunque en ese momento, la luna estaba redonda, amplia y generosa, sabía que era apenas una de sus formas, porque en otros momentos, aquella luz capaz de señalar caminos desde el cielo, permanecía oculta, vibrante pero alejada de nuestras miradas.

 

El silencio es muy poderoso cuando aprendemos a utilizarlo…

La contemplación trajo luego, un desfile de palabras, de pensamientos, preguntas, supuestos… hasta de algunas verdades.

Y me dije: cada vez que la luna comienza su sendero, primero se oculta, se vuelve silenciosa envuelta en un gran misterio. Cada vez que nuestra mirada va hacia el cielo y no la vemos… sabemos que ella está allí, esperando para emerger en toda su plenitud. La luna con sus mudanzas puede mostrarnos el camino…

 

Recorriendo el sendero de la luna

Nuestros pies pueden llevarnos por muchos rincones… podemos conocer muchos lugares nuevos y regresar a aquellos ya conocidos…Es un camino externo. Pero existe otro, aquél que podemos llamar “el sendero de la luna”, un camino lleno de misterio y de magia… un camino simbólico diseñado en nuestro interior, que se vuelve inspiración invitándonos a transitar nuestra propia transformación.

 

Cada aspecto de la luna tiene su propia identidad; cada una de sus formas nos espeja.

La luna nueva simboliza la importancia de la pausa entre una acción visible y otra. Es un momento único y misterioso; es una invitación para entrar en sintonía con la luna que no vemos pero que presentimos; es un espacio temporal en el cual podemos comenzar nuestro recorrido interno, conectándonos con sus energías a través del silencio, deteniendo nuestro pasos, haciendo un compás de espera para reflexionar, evaluar, comprender y descubrir… por ejemplo, el modo de llegar a nuestra siguiente “estación”.

El tiempo de la luna nueva es una invitación para activar nuestra mirada interna; una oportunidad para conectarnos con la intuición y con la percepción, un recurso valioso para transmutar nuestras dudas en certezas, nuestros errores en aciertos… nuestra penumbra en claridad.

 

Es en el silencio que podemos reconocernos, sentirnos y prepararnos para los próximos pasos, acompañando el tránsito de la luna nueva, desde su “invisibilidad” (aparente) hasta su máxima luminosidad. De este modo, entrenamos todo nuestro ser para recorrer caminos con corazón; para nutrir nuestros deseos más profundos, dejándolos en libertad para que luego, se vuelvan visibles con todo su esplendor.

 

Para los sabios místicos, el sol representa los procesos estables y cíclicos de la Creación; en tanto que la luna, respeta un ciclo de permanente cambio y transformación, pues ella nace, crece, declina, desaparece y se renueva, volviendo nuevamente.

 

De los 4 elementos, los meses y las lunas…

Voy a compartir estas palabras de Maimónides:

“Los cuatro elementos, que son el fuego, el aire, el agua y la tierra, son los fundamentos de todos los seres creados que se hallan debajo del firmamento. Todos los seres existentes, el hombre, los animales, las aves, los reptiles y los peces, así como los vegetales, los minerales, las joyas y perlas, y el resto de los materiales de construcción como también los montes y las parcelas. Todo lo existente está formado de materia compuesta de estos cuatro elementos. Resulta, que todos los entes, que se hallan debajo del firmamento, fuera de estos cuatro elementos, se componen de materia y forma. Siendo la materia de ellos un compuesto de estos cuatro elementos, no obstante cada uno de estos elementos no está formado sino de materia y forma...”

 

Esto que parece un juego de palabras, se vuelve interesante si comenzamos a indagar los comportamientos de los elementos, sus transformaciones, sus reciclados… porque cada uno de ellos con todas sus modalidades también nos espejan. Podemos comprender nuestras mudanzas observando y experimentando con las de los 4 elementos.(1) (1) (Algunas referencias para esta búsqueda están en ediciones anteriores)

 

¿Perdimos nuestro rumbo alguna vez?

Con el andar de los tiempos, con el avance del conocimiento científico, nuestro mundo se fue deshumanizando…

Fue entonces que comenzamos a vagar por la vida perdiendo de vista nuestro horizonte, desconectd@s de nuestra identidad originaria, de nuestra esencia humana, planetaria y cósmica.  En algún momento, dejamos de “oír” las voces de la naturaleza… “dejamos de hablar” con las plantas, las piedras, los animales… Una sordera, un mutismo y también una ceguera, que se acentuaron cuando dejamos se sentirnos parte de esa inmensidad vital que nos  abraza. Tal vez… dejamos de compartir para tomar posesión???!!!

 

Nuestra intelectualidad fue creciendo y se volvió intensiva; fuimos poniendo cada elemento en compartimientos individuales; nos fuimos “separando”,  alejándonos de nuestro lugar en el mundo y ubicándonos -de alguna manera- fuera de ese gran círculo vital al que llamamos naturaleza, asumiendo un rol de “observadores externos” de todo cuanto acontecía dentro de él!

 

Pero, la VIDA es una sabia maestra!!! En lugar de abandonarnos, siguió pacientemente a nuestro lado y con su sutileza, comenzó a mostrarnos hechos que impactaron en nuestra sensibilidad, a susurrarnos al oído, a tocarnos el hombro para llamar nuestra atención.

 

Fue entonces, que empezamos a cuestionar y cuestionarnos; una reflexión trajo otra reflexión… y fuimos tejiendo una trama que nos ayudó a recalibrar nuestra visión, para re-iniciar cambios, para transformar nuestra conciencia, para sanar vínculos, tanto los humanos y como los planetarios (considerando a éstos últimos como las relaciones humanas con todos los seres con los que compartimos nuestro hogar: la Madre Tierra).

 

 Y aquí estamos, en este momento de la historia de la humanidad, en esta etapa de nuestro viaje de expansión y crecimiento, re-cordando (es decir, pasando nuevamente por el corazón) nuestra identidad originaria, recuperando nuestra capacidad de sentir, de ver, oír… de percibir la vida en una dimensión más amplia, en la que somos parte de un gran TODO, en la que aflora un sentimiento de integridad y de hermandad con todos los seres que comparten los ámbitos de nuestra vida cotidiana.

 

¿Recuerdan la sabiduría de las culturas originarias?

Aquélla que hablaba del “hermano sol, hermana luna, hermano río, hermano árbol… hermana agua, hermana piedra…

Tal vez estas memorias comiencen a despertar en nuestra conciencia y encarnar en nuestro “ser humano”, ese sentimiento de hermandad infinita que nos une con toda la Creación… Tal vez, podamos elevar nuestra voz alabando a la Creación –como alguna vez lo hizo San Francisco de Asís, en su “Cantico delle Creature” (1), que dice algo así:

 

“…  Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas…”

 

(1)      Es un cantico religioso cristiano compuesto -entre 1224 y 1225- por San Francisco de Asís, en dialecto umbro y también conocido, como Cántico del Hermano-Sol; es una alabanza a todas las criaturas, reconociendo la hermandad con todas ellas…

 

Esta conexión consciente con la Naturaleza nos abre nuevas puertas; nos muestra que existe otra modalidad para vincularnos con la vida: un modo más amoroso y luminoso que nos permite abandonar esos viejos hábitos de “sentirnos dueños” o de apropiarnos de todo cuanto existe y ponernos a un mismo nivel, respetando la sacralidad de la vida misma en sus múltiples formas de manifestación.

 

Tal vez sea éste, el camino para transformar nuestra conciencia, para revitalizar nuestros vínculos. Tal vez, los cambios se vuelvan visibles cuando dejemos fluir la “hermandad del corazón” , cuando ella nos permita como “humanidad”, abrirnos generosamente a la gran familia “planetaria” , recuperando así la conciencia de nuestra triple identidad y reconociéndonos como seres humanos, planetarios y cósmicos.

 

Esther Mónica Shocron Benmuyal

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Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte

 

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Ilustrações: Silvana Santos