Estamos sendo lembrados de que somos tão vulneráveis que, se cortarem nosso ar por alguns minutos, a gente morre. - Ailton Krenak
ISSN 1678-0701 · Volume XXI, Número 86 · Março-Maio/2024
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Educação
04/09/2012 (Nº 41) LOS 4 ELEMENTOS EN EL CUERPO Y EN EL ALMA
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LOS 4 ELEMENTOS EN EL CUERPO Y EN EL ALMA

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Los cambios que experimentan los elementos de nuestro hábitat generan cambios en nuestro cuerpo; así, nuestros cambios en actitudes y conductas frente a estos elementos también determinan transformaciones en ellos, porque somos co-habitantes de un mismo espacio de vida; porque todo influye en todo.

 

Algunas breves y simples experimentaciones:

*Probemos cambiar una planta de lugar, alejándola del grupo de plantas que formaban su círculo vegetal. Sostengamos el  nuevo lugar unos días y observemos qué pasa.

* Si nos mudamos de residencia… cambiamos de barrio ¿qué nos sucede? ¿qué sentimos? ¿Cómo nos adaptamos al nuevo lugar? Seguramente hemos vivido mudanzas… de lugar de vida, de trabajo… en ambos casos podemos observar, recordar y responder a estas preguntas.

*Danzando en círculo… imaginemos: de manos dadas, siguiendo junt@s un ritmo, determinados movimientos… De repente, una persona del círculo se suelta sin previo aviso… Qué ocurre con el ritmo… con los sentimientos, la energía del círculo hasta que se restaura la continuidad de las manos dadas?

… Y así, podríamos seguir buscando ejemplos y experimentando los cambios que siguen a otros cambios, y que posiblemente nos permitan comprender y hacer analogías con lo que ocurre dentro de un ecosistema, cuando cualquiera de sus elementos cambia de lugar, o desaparece… o se modifica en cantidad de especímenes… etc. etc. etc.

 

El cuerpo y el alma puestos en nuestras experiencias de vida

Esta imagen de concebirnos “en cuerpo y en alma”, nos inspira a transitar aprendizajes desde nuestra propia integridad, a crear vínculos que se profundicen y garanticen nuestra conciencia de verdadera comunión con todos los elementos de nuestro hábitat cotidiano.

 

Aquí vamos!!! Comencemos -entonces- a preguntarnos, a indagar, a percibir… a profundizar nuestros conocimientos acerca de aquellos elementos con los que compartimos el espacio vital; conozcamos más sobre los 4 elementos (ver publicaciones anteriores), sobre nosotr@s mism@s y nuestras relaciones con otros elementos (plantas, animales, minerales, ríos, lagos, mares, montañas…) que comparten a diario nuestro espacio vital. Porque es conociendo, que podemos vincularnos más íntimamente; es abriendo el corazón, que lograremos relacionarnos con respeto, con cuidado, con amor. Y es desde esta actitud de vida, que lograremos “traer el Cielo a la Tierra”.

 

Facilitemos nuestra comprensión para lograr una transformación llena de luz!!!

Las experiencias lúdicas abren puertas a nuevas alternativas porque tienen el poder de ayudarnos a clarificar nuestra mente, expandir nuestra sensibilidad y la conciencia, percibir, descubrir alternativas y darnos cuenta “en cuerpo y en alma”, que cambiando nosotr@s también se transforma nuestro medio de vida.

 

 

Elijamos un elemento de la naturaleza, uno cualquiera que forme parte de nuestro entorno cercano, para profundizar nuestro conocimiento acerca de él.

¿Cómo lo hacemos?

Pongamos en acción nuestros sentidos; usemos además de la vista, los otros sentidos y nuestra percepción. Diversifiquemos nuestras fuentes de información e incluso, demos lugar al aporte la intuición.

Hagámoslo con paciencia y con conciencia; dispongamos de algunos días, pues darnos tiempo para transitar esta pesquisa, puede renovar nuestra perspectiva de vida, aportando mucho más de lo que imaginemos.

Observemos atentamente el comportamiento del elemento elegido, dentro del contexto en el cual transcurre nuestra cotidianeidad, como si fuera un nuevo miembro de nuestra familia que acaba de llegar a nuestras vidas. Usemos los ojos, oídos, el tacto… hasta el gusto! Abramos el corazón para sentir, para descubrir nuestras emociones relacionadas con este “nuevo” vínculo… Iniciemos un camino que nos ayude a comprender mejor a este “nuevo miembro” de la familia.

Con la intención inicial, ya le estamos dando un sentido diferente a esta experiencia; le brindamos a ese elemento un espacio más amplio dentro de nuestra vida, lo estamos considerando parte de nuestra familia!!! Y con esta actitud, damos un giro en nuestra relación, en nuestra interrelación; la renovamos, la revitalizamos; profundizamos nuestro acercamiento, tomamos mayor conciencia de “Ser en Unidad”. Salimos de nuestra estructura superficial para sumergirnos en las profundidades de las verdades de la vida…y  entonces, muchas cosas pueden ocurrir…

El cambio está allí, aguardándonos, para que nos demos cuenta que sí es posible, que somos creadores y co-creadores de una nueva dimensión de vida !!!

 

Podemos extender esta propuesta integrando uno a uno, nuevos elementos del ecosistema… Posiblemente será mucho más notoria la transformación que podamos percibir en nuestros vínculos, actitudes y en nuestro hacer de todos los días.

 

Es el momento para que te des la posibilidad de experimentar, ver qué pasa; que sucede con tus emociones, tu conciencia, tus sentimientos profundos, tus pensamientos, tu visión de vida.

 

Los 4 elementos en ¿el cuerpo y en el alma?

Las culturas originarias ya decían que los 4 elementos formaban parte de nuestro cuerpo, nuestra alma… del Espíritu. Lo hacían a través de sus cantos, sus pensamientos analógicos y su modo de ver la vida. La presencia activa de los elementos de la naturaleza en el ser humano y en todo cuanto existe en el planeta, pareciera contarnos algo más acerca de esta interrelación.

 

En nuestros días, la ciencia ha encontrado que en el esperma humano, existen tres de los cuatro elementos: fuego, aire, agua y que, para poder formar el cuerpo humano, precisan del 4º, la tierra, que reside en el óvulo, más precisamente en el folículo, conteniendo al estrógeno. Luego, en su fluir, el esperma se combina con un componente del alma que le da vitalidad. Aquí se pone a la vista que los 4 elementos están presentes en nosotr@s.

 

Aire, fuego, agua, tierra Estos cuatro elementos son parte de nuestra corporalidad y forman la materia de nuestra estructura corpórea (huesos, músculos, tejidos, sangre), pero precisan también de algo más, algo intangible, energético, que dé fuerza vital a la materia e impulse el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, activando todas las funciones psicológicas, transformándonos en seres capaces de andar, hablar, comunicarnos, pensar, crear, hacer, vincularnos y evolucionar.

 

Esta fuerza vital que anima al cuerpo-materia es aquello a lo que habitualmente le decimos “alma”. Si bien ella comprende la esencia de todos los estados espirituales, su unión con el cuerpo está restringida por las limitaciones físicas corporales. A medida que el cuerpo físico se desarrolla, el alma va manifestando sus potencialidades y atravesando diferentes niveles o aspectos, que a su vez van marcando los peldaños de nuestra propia evolución como seres humanos, planetarios, cósmicos y espirituales. Así, los aspectos del alma se vinculan con los instintos, las emociones, el pensamiento. Estos conforman los 3 aspectos básicos de los 5 que abarcan la totalidad del alma.

 

Si esto ocurre en el ser humano, la pregunta podría ser… ¿Qué sucede en otros seres vivos y en otros elementos del medio que nos rodea? Esta fuerza vital existe también en las plantas y aún, en los objetos inanimados y se manifiesta como esa fuerza que mantiene su integridad y, como ocurre en una piedra, evita que se vuelva polvo, que se desintegre. Esta fuerza sostiene las partículas básicas de la materia y, en los seres humanos, se desarrolla más que en otros seres vivientes.

 

Cuando el ser humano ejercita un control de si mismo y trasciende los placeres mundanos, va elevando su nivel de conciencia y adquiere una total comprensión de la esencia de los mundos físico y espiritual, vinculándose con el nivel más elevado del alma. Paso a paso, en nuestro camino de evolución, se van sucediendo otras integraciones con niveles más puros y elevados, pero para alcanzarlos, precisamos ser activamente seres en “unidad”.

 

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Esther Mónica Shocron Benmuyal

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Ilustrações: Silvana Santos